jueves, 7 de julio de 2016

¿Qué es lo fundamental?

¿Qué es lo fundamental?

Haciendo eco de las discusiones que se han generado por las desastrosas condiciones ambientales de Colombia y paralelamente  las del calentamiento global, la mayoría de los medios de comunicación nacional también, actuando por  ignorancia, por impulso, por ingenuidad, por servilismo o por todas las razones anteriores, se han dado a la tarea de lanzar propuestas y análisis ligeros donde se concluye que ya incluso los ciudadanos rasos, los espectadores inermes del espectáculo, debemos asumir un alto grado de responsabilidad sobre lo que está pasando con el medio ambiente en Colombia y en el mundo, y que a partir de campañas o procesos de educación y cultura, como por ejemplo los manejos de los residuos sólidos y orgánicos que generamos los individuos, intentar atacar el problema; como si estos, los individuos, fuéramos los directos responsables del despelote y no apenas un síntoma del mal, desconociendo de un tajo que la base de la vida económica-social actual está cimentada sobre el consumismo, y que el desarrollo social de toda la sociedad está igualmente basado en un sistema como el Capitalismo, y no cualquier tipo de Capitalismo, me estoy refiriendo al más salvaje de todos, aquel en donde absolutamente todo ( ya sea ser vivo o muerto, mineral, vegetal, animal o lo que sea) se resume en una cifra y en un rendimiento económico sobre la simple razón de existir o de querer vivir de otra manera.
¿Porque no iniciar la discusión del tema, o del dilema, sobre quiénes son los principales depredadores o violadores del mundo y por consiguiente los directos responsables del asunto, somos los individuos haciendo o viviendo como nos “venga en gana” en un sistema que hasta el día de hoy solo exige y demanda consumo, o lo son  las gigantescas industrias y/o multinacionales que con su pernicioso “lobby” sobre las conciencias de los hombres a través de una masiva y exhaustiva publicidad vendiéndonos una falsa idea de un idílico mundo, o que trabajan sobre los distintos congresos del mundo donde compran las conciencias de aquellos que dicen representar a las mayorías, transformado la vida y las leyes de todos en juguetes de sus particulares intereses?.    
¿Acaso por esto somos, los ciudadanos o individuos, culpables del estilo de vida al que nos vienen sometiendo desde la mismísima revolución industrial estas mismas industrias y multiempresas, que persiguiendo el beneficio de sus propietarios sobre el bienestar del resto de la sociedad están condenando al fracaso y a la muerte a toda la humanidad con sus avances?.  ¿Están ellos dispuestos a dejar de producir o de generar los bienes y productos que están envenenando o destruyendo al planeta?.
Solo hasta ahora, cuando estamos casi al borde del abismo entramos en la discusión de temas o disyuntivas fundamentales, como la del agua y la minería, solo hasta ahora esta sociedad indolente e indiferente viene a preguntarse qué es más importante, sí el agua para todos o el oro para unos pocos, solo cuando nos estamos viendo abocados a un futuro dantesco, mucho antes de lo esperado, aparecen los golpes de pecho y los dedos señalantes, buscando culpables por doquier, y que más fácil decisión o que camino más corto que repartir la responsabilidad sobre todos y cada uno de los individuos de todas la sociedades manipulables, quitándoles así de los hombros la responsabilidad a los verdaderos responsables del caos, a los dueños del poder, y sí alguien se atreve a insinuar esa culpa o a proponer otros modelos de vida, los convertimos inmediatamente en comunistas o en antisociales que hay que erradicar o por lo menos ignorar.
Cuando veamos partir a las élites del mundo en sus naves espaciales, huyendo del infierno en que convirtieron la Tierra, nos convenceremos entonces, todos, que nadie sabía para quien trabajaba, y quizás esta inminente época de destrucción y muerte general sea el inicio de otra etapa del desarrollo del hombre como especie, o de la misma vida, el problema es que, sabiendo lo que sabemos, deducimos que llevando como simiente a estas élites inescrupulosas y de accionar inhumano, ese futuro tampoco es halagüeño, sumándole también otro inconveniente a este cuento de terror, que esta vez la selección natural no la hizo la naturaleza sino que la hizo el capital de los dueños del poder.

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