¿Qué
es lo fundamental?
Haciendo
eco de las discusiones que se han generado por las desastrosas condiciones
ambientales de Colombia y paralelamente
las del calentamiento global, la mayoría de los medios
de comunicación nacional también, actuando por
ignorancia, por impulso, por ingenuidad, por servilismo o por todas
las razones anteriores, se han dado a la tarea de lanzar propuestas y análisis
ligeros donde se concluye que ya incluso los ciudadanos
rasos, los espectadores inermes del espectáculo, debemos asumir un alto grado
de responsabilidad sobre lo que está pasando con el medio ambiente en Colombia
y en el mundo, y que a partir de campañas o procesos de educación y cultura, como por ejemplo los manejos de los residuos sólidos y orgánicos que generamos
los individuos, intentar atacar el problema; como si estos, los individuos, fuéramos
los directos responsables del despelote y no apenas un síntoma del mal, desconociendo
de un tajo que la base de la vida económica-social actual está cimentada sobre
el consumismo, y que el desarrollo social de toda la sociedad está igualmente basado
en un sistema como el Capitalismo, y no cualquier tipo de Capitalismo, me estoy
refiriendo al más salvaje de todos, aquel en donde absolutamente todo ( ya sea
ser vivo o muerto, mineral, vegetal, animal o lo que sea) se resume en una
cifra y en un rendimiento económico sobre la simple razón de existir o de
querer vivir de otra manera.
¿Porque no iniciar la discusión del tema, o del dilema,
sobre quiénes son los principales depredadores o violadores del mundo y por
consiguiente los directos responsables del asunto, somos los individuos
haciendo o viviendo como nos “venga en gana” en un sistema que hasta el día de
hoy solo exige y demanda consumo, o lo son las gigantescas industrias y/o multinacionales
que con su pernicioso “lobby” sobre las conciencias de los hombres a través de
una masiva y exhaustiva publicidad vendiéndonos una falsa idea de un idílico
mundo, o que trabajan sobre los distintos congresos del mundo donde compran las
conciencias de aquellos que dicen representar a las mayorías, transformado la
vida y las leyes de todos en juguetes de sus particulares intereses?.
¿Acaso por esto somos, los ciudadanos o individuos,
culpables del estilo de vida al que nos vienen sometiendo desde la mismísima
revolución industrial estas mismas industrias y multiempresas, que persiguiendo
el beneficio de sus propietarios sobre el bienestar del resto de la sociedad
están condenando al fracaso y a la muerte a toda la humanidad con sus avances?.
¿Están ellos dispuestos a dejar de
producir o de generar los bienes y productos que están envenenando o
destruyendo al planeta?.
Solo hasta ahora, cuando estamos casi al borde del abismo
entramos en la discusión de temas o disyuntivas fundamentales, como la del agua
y la minería, solo hasta ahora esta sociedad indolente e indiferente viene a
preguntarse qué es más importante, sí el agua para todos o el oro para unos
pocos, solo cuando nos estamos viendo abocados a un futuro dantesco, mucho
antes de lo esperado, aparecen los golpes de pecho y los dedos señalantes,
buscando culpables por doquier, y que más fácil decisión o que camino más corto
que repartir la responsabilidad sobre todos y cada uno de los individuos de todas
la sociedades manipulables, quitándoles así de los hombros la responsabilidad a
los verdaderos responsables del caos, a los dueños del poder, y sí alguien se
atreve a insinuar esa culpa o a proponer otros modelos de vida, los convertimos
inmediatamente en comunistas o en antisociales que hay que erradicar o por lo
menos ignorar.
Cuando veamos partir a las élites del mundo en sus naves
espaciales, huyendo del infierno en que convirtieron la Tierra, nos
convenceremos entonces, todos, que nadie sabía para quien trabajaba, y quizás
esta inminente época de destrucción y muerte general sea el inicio de otra
etapa del desarrollo del hombre como especie, o de la misma vida, el problema
es que, sabiendo lo que sabemos, deducimos que llevando como simiente a estas élites inescrupulosas y de accionar inhumano, ese futuro tampoco es halagüeño, sumándole
también otro inconveniente a este cuento de terror, que esta vez la selección
natural no la hizo la naturaleza sino que la hizo el capital de los dueños del
poder.
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