AL FARO SIN LUZ
Hay momentos claves
en las vidas de los hombres, son esos donde se ponen en juego decisiones
trascendentales que la harán más placentera o más sufrida, y en todos esos
instantes es fundamental la educación que se ha podido tener, junto a la
cultura que se haya cultivado.
Es así que el
que ha tenido poca, se conforma con muy poco, vende la felicidad momentánea, y con
ella el futuro de los hijos, al feriarla al mejor postor, que en la puja de esta
hipotética subasta no supera un plato de lentejas frías y duras.
Mientras
tanto, el que tiene mucha, se satisface mucho con sí mismo y por eso solo toma
dos caminos, o se sustrae del poder y se sacia con su alegría personal, u opta
por lo que hacen pocos, y es que piden mucho a cambio de dominar, por creerse
mucho más que los demás.
Es una
cruel y triste paradoja de la existencia humana, pues como raza somos
poseedores del conocimiento universal, donde ya sabemos que está bien y que
está mal, pero como individuos de la actual sociedad, estamos presos de
nuestras malas decisiones, que se manifiestan con las limitaciones permanentes,
las mismas que se ven exacerbadas por la ineptitud moral de usufructuar el saber, que por tanto tiempo se ha cosechado y
que hoy, para desgracia de toda la humanidad, es el lastre del que se
aprovechan los dueños del poder, para hundirnos en un océano de oscuridad social,
destruyendo u ocultando permanentemente la luz guía del faro intelectual.
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