LAS SIN RAZONES DEL DESAMOR
No hay razón que
valga un corazón por más heridas que éste tenga, aunque el dolor del desamor es
parecido al que queda tras la herida de un hierro ardiente, introducido por el
ano, al ferviente de ese amor no correspondido.
Es así como, sin
mucho esfuerzo, se convierte a un amante en enemigo, transformando el
sentimiento del amor en combustible del dolor, ese que ebulle como un volcán al
chocar en la razón las dos placas que se forman entre el sentimiento y el resentimiento,
haciendo del rencor el pensamiento que gana siempre en esta lucha entre la
inconsciencia del actuar sobre la conciencia de admitir las faltas que llevaron esa
relación al desastre emocional.
Es por esto que en los hombres la paciencia es
un arte que solo se aprende con el tiempo, para poder con ella comprender que
en las batallas del amor siempre habrá perdedores y así no tener que
blasfemar ni mucho menos asesinar a los amores que se pierden.
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