PARA PATRICIA EN SUS 60 UNIVERSOS
Comúnmente los
humanos vagamos por la vida, pero en tu caso, que en mí no tiene parangón, no ha sido vagancia lo que has hecho,
más ha sido la constancia y la confianza con que has sabido vivir.
Las huellas
construidas con esmero, las que tus pisadas van dejando en los caminos de este
mundo, son senderos con destinos conocidos, que cualquiera puede transitar sin
miedo a confundir, pues al final de los mismos está el amor con el que a
borbotones nos invitas a compartir.
Para bien de los que
amas, has tenido la perspicacia de entender que la alegría es la base de un
buen día, así has sido siempre sin que pienses por ahora desfallecer, así se lo
has enseñado a tus hijos, así nos mostraste el camino a todos los demás, que
nacimos a la conciencia de esta vida, junto a ti; son sesenta años, eso dice el
calendario terrenal, pero a ellos has llegado después de mucho confiar y tanto porfiar.
El ser constante en el amar ha sido tu manera rebosante de
vivir la vida, que quizás haya sido una larga vida para muchos, o muy poca para
pocos, pero que asumiste como una brizna del tiempo en el reloj universal.
Por eso fue que
asumiste el compromiso desde el día que naciste, sin miedo al fracaso, con el valor
de la convicción como escudo y con el desparpajo de gozar por compartir, exhibiendo
al convivir un estilo de vida fácil de seguir, como una filosofía del alma que
cualquiera puede digerir, arrastrando en ello y de pronto por ello, inconscientemente
o quizás inocentemente, esa constancia que te hace resaltar ante los que
desfallecemos sin siquiera comenzar.
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