La decadencia y el amor
Caminaba meditabundo por una calle de una gran ciudad,
cualquiera, como Cali por ejemplo, sin que nadie notase mi presencia mientras
lo hacía.
Cuando me desplazo, indago en sus
andenes por vestigios de la decadencia humana y si me detengo a verla, los
hombres, apurados, por lo general me atropellan.
Noté que algunos notaban lo que noto, que cuando me
encuentro con guijarros esparcidos por el suelo, estos me indican que pasó y
quien pasó, y esa basura, que se arremolina con el viento, es la vívida muestra
de la vida del hombre en la tierra, representada en aquellos pedazos de papel
que mecidos por el viento vuelan como locos sin saber dónde van a parar.
Entonces levanté los ojos buscando
cruzar mi mirada con la de alguien, y un infinito pesar se extendió en el horizonte,
no encontré a nadie, por lo que desesperado me puse a correr sin saber a dónde
ir, y en el paroxismo de la angustia existencial confirmé extasiado y
sorprendido que soy dueño de un pequeño rincón en este mundo decadente, donde mi corazón
se acompasa y tranquiliza, es el regazo del amor que me espera así no tenga
adonde ir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario