¿HASTA CUÁNDO LA INSENSATEZ?
Pero
la cruda realidad es que prima el valor material o monetario de las cosas sobre
la realidad intrínseca de ellas, que en plata blanca no es otra cosa distinta a
los efectos perniciosos que esas decisiones dejan o hacen sobre el medio
ambiente, la naturaleza y la misma humanidad, o si no como interpretar que en
Colombia se prefiera dragar al río Magdalena como la solución total de sus
problemas de navegabilidad, gastándose allí miles de millones de recursos en
este esfuerzo sin sentido, o mejor dicho, botándolos al preferir sostener y beneficiar
un contrato absurdo que invirtiéndolos en una fuerte y masiva campaña de reforestación de toda la cuenca
hidrográfica del río, para que ahí sí a futuro se garanticen las condiciones
naturales que aseguren producir y mantener permanentemente el precioso líquido
en verano y regularlo en invierno. En el otro extremo de esta misma desidia, pero
actuando con la misma insensatez, encontramos la crítica situación de los
mejores suelos del país, los del Valle del Cauca, que por sostenerle los
derechos de sus pocos propietarios, los cañicultores, deben ser sometidos a
manejos agronómicos invasivos y torpes que benefician por unos cuantos años a esos
dueños pero que poco a poco con ese uso los van deteriorando y destruyendo
hasta el extremo de acidificarlos y desertificarlos, asegurando su pérdida
total en perjuicio de las generaciones por venir, ¿ será que solo
reaccionaremos cuando estemos a puertas del final de toda la humanidad y ya no
tenga efectos hacerlo?, ¿ aún hoy no nos convencemos del evidente deterioro
ambiental, producto de años de explotación masiva y comercial de los recursos
naturales, siendo que con estos usos estamos constatando y confirmando que la
mayoría de las fuentes hídricas se están secando, si no están ya secas?
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