lunes, 11 de julio de 2016

A UNA IDEA SENCILLA DE PATRICIA

A UNA IDEA SENCILLA DE PATRICIA


Construyo, con ideas permanentes, pensamientos que convocan palabras extrañas, raras hasta para la mente que las inventa, como la mía.

Me digo entonces, por momentos, que decir sandeces puede ser como cortar sandias, que luego nadie se come porque están llenas de pepas amargas, que indigestan hasta al más cerdo de los mortales.                                                  
Luego, concluyo, que el sabor de la existencia está en la forma de entender los pensamientos, que nacen de la desesperación de una mente febril, a veces atragantada por comer de la fuente equivocada, y que eso, no la deja descansar hasta la muerte.

Entonces miro de soslayo al mundo que me rodea, creo tener con convicción, la razón que justifica mis actos humanos, los argumentos sin fondo que los escudan se abalanzan como avalancha sin que por ello deba decir que tenía la razón con ellos.

Estando pensando en estos pensamientos, es que aparece de repente, en mi mente, la imagen de tu imagen, y sin propósito distinto, salen de ella más razones que la estúpida avalancha de argumentos con que mi mente intenta justificar toda la vida, la mía o la universal.

Es cuando tengo que aceptar, con infinita humildad, que la razón para aceptar a toda la humanidad,        con sus errores y virtudes, se resume en el instante feliz en que te reconocí como la fuente eterna de este amor terrenal, aquel que acoge lo elemental como la fuente de la felicidad total.



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