ANTE UN ACTO DE CONCIENCIA
Cuando abrí mis ojos, estabas allí, cuando me di cuenta
también, resultaba entonces obvio comprender que al mirar al mundo miro por tus
ojos, que pienso como piensas y que palpita, en el tuyo, mi corazón.
Por eso, en el sangrante mundo que se despelleja poco a
poco, de la idílica visión de una tierra como edén, en mí solo queda la ilusión
de una tenue presunción de que algún día, por
cansancio o convicción, el humano, como especie, exista como convive el hombre
individual, aceptándose como tal, apartándose del ser ideal, del erróneo ser
que fue concebido por unos cuantos para subyugar al resto de los humanos, con
la confusión como principio.
Ojala pueda el hombre, de repente, con un
milagro igual al de la creación, alejarse de aquel ser que se cree
ser dios ante el resto de los seres vivos, por lo que se comporta como una nigua insignificante
ante ciertos semejantes.
El hacer conciencia de que partiste en dos mi existencia es
coyuntural, porque antes, sin ti,vivía expuesto al sinsentido de vivir
sin amar a la humanidad y ser correspondido, y hoy que soy feliz al comprender que tus ojos
son los míos, que tus pensamientos son tan míos, que me acompañan para siempre,
y que nuestros corazones palpitan al mismo ritmo en nuestro pequeño mundo, comprendiendo
en este instante de conciencia, que me transformaste, que me convertiste
en el ser ajeno al universal y consciente del individual.
Hoy que soy un hombre nuevo, soy un egoísta del mundo
personal, del nuestro, por
más consciente que exista el otro, pero ese no lo quiero, lo rechazo, no
deseo aquella otra realidad donde se desvanece el mundo general, ese
que se deshace como castillo de arena ante el embate de las olas, que es el
paso del infinito tiempo.
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