CUANDO NO HAY TIEMPO PARA PENSAR
Entró el muchacho a su cuarto, escuchando en el audífono del
iPad la canción de Jetro Tull de la que le había hablado su papá, al mismo
tiempo, en el fondo de la casa, allá en la cocina, se escuchaba la estridencia
de un aviso publicitario que se gritaba en la radio que ha prendido su mamá,
mientras todo esto ocurre ha encendido la televisión para enterarse en el
noticiario lo que creen que está pasado en el mundo y en su alrededor, mientras
que a la vez se ha sentado en la silla del escritorio para enterarse qué le ha llegado
al correo de su computador.
Así nos pasan los minutos, que sumados son las horas de los
días que se pierden en los años de las vidas de todos, los que hoy estamos
atrapados en las redes de una realidad virtual.
Los humanos caminamos hoy por la cornisa de un abismo
imaginario, donde no tenemos prisa pero estamos dando pasos que nos conducen a
ninguna parte, siendo lo peor de este escenario que todo esto nos importa un
carajo.
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