LA PANDEMIA QUE IGNORAMOS, O NO QUEREMOS VER
Se
queman las neuronas los analistas de la situación de violencia en Colombia y no
hallan razones inteligentes para entender por qué estamos como estamos, no
dejan de pensar en el tema los expertos en violencia, pues ante nuestra
situación interna de violencia particular nos hemos convertido en objeto de
estudio como caso particular en el mundo, mientras tanto es una confusión
general para los de a pie entender el porqué de un comportamiento, que ya generalizado
es enfermizo, es una PANDEMIA, es un mal que existe desde nuestros orígenes
como nación, o sea desde siempre, hace parte de la impronta mental, moral y
ética de nuestra dirigencia y por ende de nosotros mismos, es tanto el arraigue
a ella que nos hemos acostumbrado a convivir con ella, a soportarla, a
justificarla, la encontramos presente desde la propia Conquista, con el odio
visceral que trajeron los europeos contra todo tipo de sociedad diferente a
ellos mismos, unido a esto las ansias de riquezas y de oro que dejo muerte y
destrucción por doquier arrasando igualmente con todo, fuesen estos pueblos o
naturaleza.
Luego
en la Independencia con los objetivos y métodos para lograrla, de nuevo la
actitud de desprecio y odio de nuestros dirigentes contra todo lo distinto,
fuera esto étnico, religioso, político o cultural; y luego en la breve y triste
historia de República, donde las mafias políticas, disfrazadas de partidos
políticos, cooptaron al Estado y no han encontrado impedimentos para imponerla
como método de poder. Está presente en
todas nuestras etapas de vida, es el método de control preferido de cada
presidente que hemos tenido, exacerbada con el ingreso de la cultura de lo fácil,
del negocio de las drogas, como ahora, pero de ella no se salva nada ni nadie y
por eso extraña, molesta y duele, sobre manera, las diferentes reacciones
pasionales por parte de la derecha extrema al actual proceso de paz, apelan
entonces a la ignorancia, a la doble moral que nos caracteriza, al extremo que
para poder justificar su comportamiento delincuencial y antisocial (asombra ver
en este extremo del espectro político a familiares, amigos y conocidos que por
condenar a las guerrillas aceptaron y llevaron la solución a lo para-estatal
con sus ejércitos particulares y sicariales), entonces están trayendo a cuento
que harán otro debate, el correspondiente a la violencia de las guerrillas,
especialmente la Farc-política, encontrando así en el otro extremo, el de la
izquierda violenta, las causas y motivos
para demostrar y justificar el uso de su propia violencia como herramienta de
cambio, y así, al final, el único que pierde es el ciudadano inerme, que no
encuentra ni en los partidos ni en los dirigentes los ejemplos a seguir ni a
sus verdaderos representantes.
Se menciona, falazmente, la falta de memoria de los colombianos para
explicar porque se siguen repitiendo permanentemente estos fenómenos de
violencia fratricida, y puedo asegurar o
concluir que no es por falta de memoria que estamos así, lo que ha
pasado, ayer y hoy, es una manipulación,
es un juego repetitivo, recurren a la ignorancia, a la indiferencia y al
egoísmo que nos caracteriza, para prevalecer y así mantenerse en el poder.
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