martes, 19 de julio de 2016

LA PANDEMIA QUE IGNORAMOS, O NO QUEREMOS VER

LA PANDEMIA QUE IGNORAMOS, O NO QUEREMOS VER

Se queman las neuronas los analistas de la situación de violencia en Colombia y no hallan razones inteligentes para entender por qué estamos como estamos, no dejan de pensar en el tema los expertos en violencia, pues ante nuestra situación interna de violencia particular nos hemos convertido en objeto de estudio como caso particular en el mundo, mientras tanto es una confusión general para los de a pie entender el porqué de un comportamiento, que ya generalizado es enfermizo, es una PANDEMIA, es un mal que existe desde nuestros orígenes como nación, o sea desde siempre, hace parte de la impronta mental, moral y ética de nuestra dirigencia y por ende de nosotros mismos, es tanto el arraigue a ella que nos hemos acostumbrado a convivir con ella, a soportarla, a justificarla, la encontramos presente desde la propia Conquista, con el odio visceral que trajeron los europeos contra todo tipo de sociedad diferente a ellos mismos, unido a esto las ansias de riquezas y de oro que dejo muerte y destrucción por doquier arrasando igualmente con todo, fuesen estos pueblos o naturaleza.                                                                 
  Luego en la Independencia con los objetivos y métodos para lograrla, de nuevo la actitud de desprecio y odio de nuestros dirigentes contra todo lo distinto, fuera esto étnico, religioso, político o cultural; y luego en la breve y triste historia de República, donde las mafias políticas, disfrazadas de partidos políticos, cooptaron al Estado y no han encontrado impedimentos para imponerla como método de poder.  Está presente en todas nuestras etapas de vida, es el método de control preferido de cada presidente que hemos tenido, exacerbada con el ingreso de la cultura de lo fácil, del negocio de las drogas, como ahora, pero de ella no se salva nada ni nadie y por eso extraña, molesta y duele, sobre manera, las diferentes reacciones pasionales por parte de la derecha extrema al actual proceso de paz, apelan entonces a la ignorancia, a la doble moral que nos caracteriza, al extremo que para poder justificar su comportamiento delincuencial y antisocial (asombra ver en este extremo del espectro político a familiares, amigos y conocidos que por condenar a las guerrillas aceptaron y llevaron la solución a lo para-estatal con sus ejércitos particulares y sicariales), entonces están trayendo a cuento que harán otro debate, el correspondiente a la violencia de las guerrillas, especialmente la Farc-política, encontrando así en el otro extremo, el de la izquierda violenta, las causas y  motivos para demostrar y justificar el uso de su propia violencia como herramienta de cambio, y así, al final, el único que pierde es el ciudadano inerme, que no encuentra ni en los partidos ni en los dirigentes los ejemplos a seguir ni a sus verdaderos representantes.                                                                                                                                                
Se menciona, falazmente, la falta de memoria de los colombianos para explicar porque se siguen repitiendo permanentemente estos fenómenos de violencia fratricida, y puedo asegurar o  concluir que no es por falta de memoria que estamos así, lo que ha pasado, ayer y hoy,  es una manipulación, es un juego repetitivo, recurren a la ignorancia, a la indiferencia y al egoísmo que nos caracteriza, para prevalecer y así mantenerse en el poder.                                                                                                                                                                             

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