martes, 12 de julio de 2016

A NUESTROS GENES

A NUESTROS GENES

El ser humano viene acumulando demasiadas taras psicológicas, que con el paso del tiempo se van arraigando en la profundidad de los genes de nuestra especie, allá donde nadie ha estado, y luego éstas se manifiestan a manera de desórdenes éticos donde la razón no encuentra espacio. 

Arrumasamos experiencias para transformarlas en conocimientos pero aun así somos capaces de feriar la vida por una idea equivocada, de rifar la realidad de todos por los sueños idealizados de unos pocos, donde en ellos, como individuos, no valemos nada y como sociedad valemos menos.

 Mientras tanto, ante lo decepcionante que es así la vida, la creencia en los dioses y sus reinos va en aumento, en contravía de la ciencia, lo que desemboca en millones de seres humanos, que como rebaños van aceptando sin protesta las normas que dicen que el derecho de vivir feliz depende de las leyes del mercado, así lo predican los papistas y los mojigatos, que una caída de un punto en las acciones de una empresa en la bolsa de Toronto puede ser la causa por la que esos mismos millones, y los otros, dejan de comer o incluso de vivir.                                                                                                                                              
 En eternas discusiones, que empezaron desde cuando éramos simios, hemos mantenido los principios que como raza nos han llevado al precipicio actual, este donde está en duda el futuro general, el de todas las especies y la Tierra en especial.

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