LA REALIDAD DE LA
AMBICIÓN SIN FONDO
Pareciera que la ingenuidad y la inocencia fueran el fundamento de
nuestras acciones, o de nuestras convicciones, como sociedad o como Estado; no
de otra manera se puede entender que cuando un funcionario cualquiera sale a la
palestra pública a resaltar las políticas ambientales y ecológicas ejecutadas
por los gobiernos anteriores, y anuncia como panacea las nuevas metas del
actual, sobre nuevas políticas de conservación y protección de los
ecosistemas forestales, sean creídas por todo el mundo cuando estos, los
ecosistemas, en la cruda realidad ya no existen o están desapareciendo a pasos
agigantados.
No podemos seguir celebrando titulares vacíos o vanas intenciones, lo
que modifica lo que está ocurriendo, en materia ambiental, es que exista ESTADO,
con una SOCIEDAD viva y activa en la toma de decisiones trascendentales, que el Estado sea más fuerte que las empresas o los individuos y que tenga como idea clara
que lo que quiere hacer es para beneficiar a todos y no solo a esos pocos.
Mientras persista la ley del más fuerte, o la "ley de la
selva", solo triunfaran los dueños del capital, y mucho más en un sistema
económico-social como el capitalismo (actualmente el sistema hegemónico) que lo
que pregona y sostiene es que la prosperidad general está basada en la
propiedad privada de los medios de producción y en la ambición personal por el dinero
como generador de riqueza, otros rasgos característicos de este sistema son la
libertad de empresa, la libertad del mercado para producir y vender, con la
mínima restricción por parte de los poderes públicos del Estado en las tareas de
fiscalización económica y en cualquier otra, dejando estas funciones en manos
de los sectores privados que lo único que buscan es el rendimiento, la productividad
y el lucro. ¿Creen ustedes, que con estas premisas, el
ambiente tiene futuro?
El asunto no es cuestión de nuevas leyes o normas, la cuestión es un
sistema con normas o leyes diferentes a la explotación y al lucro.
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