jueves, 14 de julio de 2016

ENCONTRANDO EL AMOR

ENCONTRANDO EL AMOR

Sentado ante un blanco horizonte, mis ojos y mi mente estaban en blanco.                        
Buscaba con desespero en el espacio de mis actos, pero quedaron atrás tantos recuerdos que ninguno sobresalió más allá que lo que ayer se vivió; así está hoy todo, impávido, inerte, inmóvil.

Busqué entonces con minucia en los bolsillos de mis recuerdos las vívidas imágenes de los precisos instantes de desesperación y angustia, cuando buscaba con ahínco protección, cuando aun no rompía el cascaron desprendíendome apenas de la teta de mi madre, y no encontré ninguna, ni una sola que me atara o me diera la sensación de haberme sentido amado y protegido desde entonces, definiendo al amor como el encuentro de dos almas, o de muchas.

Sentía que por eso había perdido el tiempo en este mundo, pues al no saber cómo era amar sentía que tampoco había sabido como es vivir, a plenitud, feliz y sin barreras.

Sin embargo, hoy, cuando empiezo a caminar los primeros pasos del ocaso, y a mi lado tengo a la compañera deseada, a veces incomprendida, concilio con ella y con el destino compartido, en un hijo, anhelado y destinado, muchas de las carencias de la vida, lo que me hace devaluar y revaluar el concepto difuso y etéreo de la palabra amor, pues ésta es más una imagen impuesta de lo que no se siente, pero que se impone como una moda perniciosa.

Como ahora cuando veo, como si fuese una retrospectiva, toda mi vida, sin saber si esta sensación se ha tomado un segundo o una hora,  comprendiendo así que cada acto me han llevado a este presente, que amo más a cada segundo que pasa y cuando pasa lo que me pasa.

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