LA MIRADA DEL CAPITALISTA
En el reino del
capitalismo, la vida no tiene sentido, tiene
valor, es un mundo donde la ética es un estorbo y la moral un accesorio
para descrestar a los demás.
El capitalista se
acostumbró a tasar a los semejantes como mercancía negociable y a los
ignorantes como material reciclable; es en este universo, donde el dios dinero tiene
al oro como patrón, en el que no existen sentimientos, solo existen rendimientos,
y ante ellos no hay principios solo hay fines, descubriendo y aceptando, con
resignación toda la sociedad, que en esos fines, los que siempre persiguen los dueños
del poder, no están consignados los derechos ni las necesidades de los otros seres
vivos, que es cualquier otro que no sean ellos, pues para aquellos los otros, o
sea los demás, nacieron en este mundo terrenal para ser la carne del cañón con
que disparan la revolución industrial y comercial, que es el trasfondo con la
que han pretendido dirigir la evolución, transformado así la vida general en un
sacrificio que se tiene que sufrir a costa del beneficio de sus inversiones.
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