¡TENEMOS QUE CAMBIAR DE ACTITUD!
Es desconcertante ver la desidia de toda la humanidad, con
sus dirigentes a la cabeza, en el tema del acelerado deterioro ambiental y la
poca o ninguna reacción de las sociedades a estas inoperancias. Notar por ello como
pasan los años, demasiados para la gravedad del asunto, sin que se haga algo de
peso que cambie esta tendencia, es así como nos hemos conformado con hablar,
analizar, estudiar, evaluar y cuantificar las consecuencias de esos malos
manejos, así se viene haciendo en Colombia y obviamente en el resto del mundo,
hablando de las consecuencias nefastas que tiene el desarrollo descontrolado de
la humanidad sobre la salud del medio ambiente y por ende de la tierra, pero de
allí no pasamos. En este asunto no ha importado el sistema político- económico
en que se viva o trabaje, comunismo o capitalismo, ya que el fundamento en los
dos sistemas y en todas las variables que se han dado de los mismos, ha sido el
mismo, el mayor beneficio posible para las sociedades humanas a costa de la
desaparición de las demás especies y recursos. Pero aún con este conocimiento, hasta
ahora, no ha sido suficiente para corregir nuestra actitud, como tampoco lo ha
sido la cruda realidad que muestra un panorama de desolación del planeta a
causa de esa depredación sin ningún tipo de consideración distinta a los
rendimientos económicos, realidad y actitud que poco a poco ha ido dejando para
los parques naturales o para las postales los últimos vestigios de bosques y
paisajes donde aún primen los árboles, la fauna y las fuentes de agua; es decir
que hasta ahora lo único que ha importado es la explotación máxima de los
recursos naturales como fuente de riqueza con la mayor rentabilidad posible, sean
estos recursos minerales, vegetales, animales o humanos, por parte de aquellas
naciones, empresas o personas que demuestren o impongan su propiedad, no
importándonos al resto como lo hayan hecho, pero en la aldea global en que nos
hemos convertido eso hoy ya no es posible sin que el resto nos demos cuenta, ahora
estamos conociendo permanentemente de primera mano, a raíz de los avances
democráticos y tecnológicos de los medios de comunicación, las noticias que a
diario nos muestran las pruebas y las consecuencias de esa sobreexplotación. Lo absurdo es que se siga sin reaccionar a
gran escala como lo amerita la situación, solo es ver el estado lamentable de
todos los ríos de Colombia cada vez que aparece un verano, con Niño o sin él, y
que todas las veces ocurran los mismos incidentes sin que los Estados hagan lo
que tienen que hacer, en nuestro caso el colombiano, o sea que sean los
garantes del bienestar de sus habitantes, haciendo valer, con la protección de
las mínimas condiciones ambientales, que debieran ser siempre las máximas, el
beneficio general sobre el particular y así garanticen la recuperación y la
protección del ambiente reforestándolo para que se permita la supervivencia de
todas las especies, incluido el ser humano.
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