PARA EL HIJO TRISTE
Tengo un hijo, al que
llamé Santiago porque me creí iluminado en ese santo día de mi vida, y al que veo ahora que va por el mundo
desparramando su vida con desparpajo, aunque a veces se siente triste y le pide
a esta más de lo que le puede dar, entonces se pone bravo porque no quiere
limites a su destino inmediato. Él
se ha acostumbrado al tiempo rápido, a la vida fácil y al esfuerzo perdido en
una maraña de mentiras sigilosas. Sé
que intenta descifrar, entre los muñecos construidos por la ampulosa publicidad
y atiborrados con los mensajes cifrados de mentiras permanentes, una verdad que
le convenga y lo convenza, para que con eso, quizás, todo vuelva a empezar a
pesar de su pesar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario