viernes, 24 de junio de 2016

O la caña o el agua:

O la caña o el agua:

A raíz de la sanción económica impuesta por la Superintendencia de Industria y Comercio a los ingenios azucareros, por amangualarse para manipular los precios del azúcar, y luego de ver la reacción de estos como mártires y perjudicados por esa sanción, es bueno insistir en la importancia histórica de este momento para cuestionar este negocio o esta actividad comercial y económica que tanto está afectando y degradando ambientalmente a la región de influencia de este cultivo, todo el suroccidente del país, y con ella a sus mejores suelos que son a la vez los mejores de Colombia, para poder así discutir un tema vital no solo del ahora sino del futuro inmediato de todos los vallecaucanos y colombianos, y es de si vale la pena proteger estos suelos y los recursos hídricos de esta zona, trasladando este cultivo y a su industria a suelos como los de la altillanura, suelos pobres, ácidos, pero intervenibles, mejorables,  más preparados a la lixiviación y ubicados en una región con altos niveles de precipitación, o sea en un ambiente más apto para un cultivo rustico como el de la caña de azúcar.                                                                                                                                                Hemos sido testigos en estos días de cómo en coro y a viva voz las instituciones que reúnen a este gremio han salido a gritar a los cuatro vientos el daño inmenso que se les hace con esa sanción, sin siquiera analizar o cuestionar si son o no culpables del delito que se les imputa, solo hablan del mal que se le hace a las industrias del ramo y como esto afecta a más de 190.000 familias que viven del negocio.                                        ¿Pero qué pasa con la opinión de los demás habitantes de esta región, de los que consumimos azúcar pero que no vivimos de ese negocio y que estamos viendo y viviendo en carne propia las consecuencias que se generan de él, como son el pésimo uso de los mejores suelos del país, las quemas permanentes originadas por este cultivo que deterioran esos suelos y afectan la salud y el bienestar de los numerosos habitantes de las muchas ciudades del área de su influencia, igualmente la perdida casi total de las principales fuentes de agua de toda la región, porque en estos días de verano se puede asegurar que todos los ríos, todas las quebradas, todos los riachuelos, zanjones, lagunas, lagos, pozos profundos, están o han sido absorbidos por esta actividad, sin que se comprometan ni se responsabilicen de su protección y su recuperación inmediata, incluso hace unos meses atrás, respondiendo a un cuestionamiento por su depredación ambiental, respondieron estar interviniendo y protegiendo un gran número de cuencas hidrográficas, que los vallecaucanos no vemos ni sabemos cuáles son.                                                                                                                 Por eso la insistencia en que estamos a tiempo y debemos preguntarnos que es más importante, que tiene más lógica, donde hay más sentido común para toda una sociedad, para toda una región, para todo un país ¿un negocio que beneficia a ese alto porcentaje de población pero que perjudica al resto, o una sociedad que entiende los límites que deben tener los negocios y exige respetar sus derechos?                                                                                                                                            

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