Cali, 7 de Septiembre de 2015
S
Los recursos naturales y la vida versus el desarrollo
Según las últimas noticias, difundidas en todos los medios
de comunicación de Colombia, se supone que el sur-occidente del país,
conformado por los Departamentos del
Cauca, Valle del Cauca y Risaralda, están de plácemes por la inauguración, a
finales de agosto de este año, de una nueva planta productora de alcohol
carburante, otra más que se suma a las 4 ya existentes, todas ellas con la capacidad
de producir actualmente alrededor de 1.050.000 litros de alcohol por día, más
de 383 millones por año, y planeando llegar, en el 2016, al 1 ½ millones de
litros diarios, o sea más de 547 millones de litros de alcohol carburante por
año, para cumplir con la meta del 10% del porcentaje de biocombustibles en la mezcla
de la gasolina del país y todo esto a partir del cultivo de la caña de azúcar; sin
sumarle a estos datos la producción anual de las millones de toneladas de
azúcar y los otros derivados de este cultivo en esta zona del país, por lo que
la dimensión del asunto ha llevado a toda una región, que no es cualquiera pues
representa casi el 20% de la población y los mejores suelos del país, al
monocultivo de la caña, que tampoco es cualquier cultivo, pues por sus altas
demandas de agua, ha terminado por apropiarse de todas las fuentes de agua. La noticia, que es presentada como una muestra
palpable de desarrollo y del progreso de una región, es incluso mimetizada con
las bondades de los biocombustibles y de los beneficios que estos generan en el
ambiente, también de los empleos que
traen consigo, pero no puede ser más espantosa y degradante para las fuentes de
agua de los varios departamentos que conforman el valle geográfico del rio
Cauca, para los mejores suelos del país y para toda la población que en ella
vive, incluyendo a los mismos cañicultores, que cada día necesitan más agua
para el negocio, pero con la consecuencia de estar dejando sin el vital recurso
a los seres humanos que allí viven, privando al país de un mejor uso de sus
mejores suelos, y con la certeza, en un futuro cercano, de estar desertizando
toda una fértil región. Entonces, no queda más que preguntar y
cuestionarle al país, a toda la academia, a los científicos, a los especialistas
del tema, ¿Puede el beneficio económico, de una parte importante, pero aun así
minoritaria, de la población, ser motivo suficiente para poner en riesgo de
pérdida total, a partir de un cultivo comercial, como el de la caña de azúcar, todos
los recursos naturales y la vida misma de todo el resto de la población de esa
región? ¿Hasta cuándo el argumento del desarrollo se seguirá imponiendo sobre
el argumento de la supervivencia del hombre y del resto de especies?
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