Los recuerdos son fantasmas
Segundo a segundo se acumula el tiempo en el mundo de los
recuerdos, ya sean estos los de un individuo, un grupo familiar, un país, o
hasta los de la conciencia universal, convirtiéndolos en un amasijo sin forma
ni sentido, es como si de repente naciera un engendro, un agujero negro
desmemoriado, un fantasma del destino humano, toda una desventura, donde muchos
seres humanos hemos ido perdiendo la noción de instantes de existencia pasada, que
desaparecen de la memoria, lentamente; muchos de esos sucesos, que en otros
momentos fueron novedosos, emocionantes, vitales, curiosos, educadores, deliciosos,
penosos, comprometedores y hasta perniciosos, hoy, son meros reflejos de
anteriores emociones pero que solo retornan a la galería de los vividos recuerdos
cuando los protagonistas, si aún viven, se reúnen de improviso, sin propósito distinto. Entonces claman los seres
muertos a los vivos sus instantes, exigen a los recuerdos su importancia, un segundo
de tiempo vívido que renace por un olor o por un sonido, una foto vieja que
trae a la memoria un sentimiento, ya fuese de amor u odio, son ejemplos de los
miles de momentos que se pierden en los vericuetos de los cerebros viejos,
cansados y muy poco usados, como nosotros.
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