Tomar y tener conciencia de que nuestros orígenes y comportamientos sociales determinan y afectan con formas directas las decisiones personales, se tienen que considerar y aceptar para moldearse a imagen y semejanza, con el único fin de encajar y empatar con los demás que los tengan parecidos, eslabonándose así a las cadenas de oportunidades que surgirán después, incubadas, creadas, estructuradas y empatadas al interior de clubes y círculos exclusivos y cerrados, resulta entonces requisito incuestionable y necesario para facultar a un individuo cualquiera, en referencia a los que van en busca de poseer oportunidades parecidas frente a las que tendrán y recibirán quienes tienen principios diferentes, apareciendo diametralmente opuestas y distintas, son tejemaneje relacionados a las facilidades de un proceder dentro de unos factores determinados absolutamente por una meritocracia bastarda, concebida exclusivamente para aquellos que provienen de unas cimas establecidas por el poder controlado desde la violencia hereditaria, para que sigan mandando sobre los que se creen tener méritos por sus propios esfuerzos.
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