Vanagloriándose de las intencionales promesas falsas, qué con una labia estructurada, alrededor de las necesidades que los desposeídos ansían escuchar, las sociedades humanas se desarrollan descontroladas, aguardando el momento preciso en que sus dudas existenciales se transformen en los datos que después tienen que comprar, para poder entonces asegurar la obediencia exigida por quienes los desean explotar.
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