Contando con incontables átomos entre las células, y a la vez con millones de éstas entre los tejidos de nuestros cuerpos, nos comportamos y conducimos como si no contáramos con ellos, ni tampoco los contabilizamos, para en últimas saber cuantos van quedando después de los excesivos y continuos desprecios, la que nos proporcionamos al darnos una existencia despreocupada, sin embargo, sus sumatorias y restas son operaciones que parecen matemáticas puras, siendo en realidad las partituras de una obertura musical, compuesta por los sonidos silentes producidos dentro de unos organismos con unos rompimientos perceptibles incluso en el final del infinito, del cual hacemos parte al transformarnos en escombros celulares, muy a pesar de la inconsciencia energética que nos destroza y desbarata, siendo en realidad componentes pasivos dentro de las dendritas del universo.
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