miércoles, 14 de septiembre de 2016

EN NUESTRA REALIDAD AMBIENTAL, ¿CUANDO COGEREMOS EL TORO POR LOS CACHOS?

EN NUESTRA REALIDAD AMBIENTAL, ¿CUANDO COGEREMOS EL TORO POR LOS CACHOS?

Un dicho popular dice que los árboles al borde del camino no dejan ver el bosque que hay detrás, contrario a este dicho, podemos inferir que el bosque no deja conocer la condición individual de cada árbol, por lo que se podría concluir que la correlación de sucesos en este ejemplo va en doble sentido; es muy preciso en las consecuencias de un asunto o del otro.                                                                                               
 Porque si los bosques, en una visión global, se ven bien, es porque la mayoría de los arboles lo están; igualmente planteando el tema en el otro sentido, sí cada árbol, individualmente se encuentra bien, el bosque en general se verá así también.                                                                                            
El asunto es que la gran cantidad de sucesos, sean estos graves, urgentes, preocupantes, intrascendentes o baladíes, que pasan a diario en nuestro país, y en el resto del mundo consumista y extractivo, no nos dejan ver la cruda realidad, aquella que muestra la terrible destrucción que estamos causando con nuestros hábitos de consumo, y de explotación de los recursos en el planeta, atrasando las tomas de decisiones que corrijan este rumbo inmediatamente, y no dentro de 10, 15 o 20 años. Conociendo de antemano que ya estamos al borde del abismo existencial, como lo dicen la mayoría de instituciones, científicos y sabios en la materia; como lo comprueban las condiciones mismas del planeta, además de las cifras y estadísticas que corroboran el deterioro ambiental en el que estamos.                                                                                                                 
 Ésta, la realidad, la que pensamos que se corrige sola, la que creemos tiene la capacidad de regenerarse automáticamente ante el ataque inmisericorde a la que la estamos sometiendo, ¿o es que creemos ingenuamente que, ignorando los hechos, no van a pasar las terribles cosas que vemos que están pasando?                                                                                                                             
La humanidad viene acumulando esos acontecimientos por siglos, que afectan y hacen mella en la piel de la Tierra, en el aire que respiramos, en las aguas que requerimos, destruyendo con nuestro comportamiento al medio ambiente a pasos agigantados, y por ende a todas las sociedades y como desenlace final a la humanidad.                                                                                                            
Si no somos capaces de entenderlo y reaccionar a tiempo a estas consecuencias, estamos condenados a vivir tiempos más difíciles, por no decir apocalípticos, pues hoy tenemos el conocimiento y la información para sostenerlo, comprenderlo y solucionarlo, no dependemos de lo que piensan los dioses, como antes, aunque pareciera que aún esperamos los milagros de ellos.                            
Los hombres sabemos que la única acción concreta que revierte estas consecuencias es la siembra masiva de árboles, reforestar todas las cordilleras y montañas, de nuestro país y del planeta; de nada nos sirve ser un oasis en un desierto, pues éste siempre se termina tragando esos oasis; y con estas actividades, a la vez, recuperamos cuencas hidrográficas, protegiendo a la vez las riberas de esos ríos arborizándolas, ya sean que estas pasen por ciudades, pueblos, valles o montañas, debemos recuperar los lagos y lagunas naturales, los humedales y pantanos con sus recodos y madreviejas.                     Y en este caos el árbol es el único ser vivo conocido que puede solucionar este critico problema, recuperar todos los ciclos naturales rotos por nosotros, como los ciclos del oxígeno y del hidrógeno que tienen que ver con el aire y con el agua que tanto necesitamos, o como los del carbono, azufre o magnesio, que atañen a la materia orgánica en general; y así sucesivamente.

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