EN NUESTRA REALIDAD AMBIENTAL, ¿CUANDO COGEREMOS EL TORO POR LOS
CACHOS?
Un dicho popular dice que los árboles al borde del camino no
dejan ver el bosque que hay detrás, contrario a este dicho, podemos inferir que
el bosque no deja conocer la condición individual de cada árbol, por lo que se
podría concluir que la correlación de sucesos en este ejemplo va en doble
sentido; es muy preciso en las consecuencias de un asunto o del otro.
Porque
si los bosques, en una visión global, se ven bien, es porque la mayoría de los
arboles lo están; igualmente planteando el tema en el otro sentido, sí cada
árbol, individualmente se encuentra bien, el bosque en general se verá así también.
El
asunto es que la gran cantidad de sucesos, sean estos graves, urgentes, preocupantes,
intrascendentes o baladíes, que pasan a diario en nuestro país, y en el resto
del mundo consumista y extractivo, no nos dejan ver la cruda realidad, aquella
que muestra la terrible destrucción que estamos causando con nuestros hábitos
de consumo, y de explotación de los recursos en el planeta, atrasando las tomas
de decisiones que corrijan este rumbo inmediatamente, y no
dentro de 10, 15 o 20 años. Conociendo de antemano que ya estamos al borde del
abismo existencial, como lo dicen la mayoría de instituciones, científicos y
sabios en la materia; como lo comprueban las condiciones mismas del planeta,
además de las cifras y estadísticas que corroboran el deterioro ambiental en el
que estamos.
Ésta,
la realidad, la que pensamos que se corrige sola, la que creemos tiene la
capacidad de regenerarse automáticamente ante el ataque inmisericorde a la que la
estamos sometiendo, ¿o es que creemos ingenuamente que, ignorando los hechos, no
van a pasar las terribles cosas que vemos que están pasando?
La humanidad viene
acumulando esos acontecimientos por siglos, que afectan y hacen mella en la
piel de la Tierra, en el aire que respiramos, en las aguas que requerimos, destruyendo
con nuestro comportamiento al medio ambiente a pasos agigantados, y por ende a todas
las sociedades y como desenlace final a la humanidad.
Si no
somos capaces de entenderlo y reaccionar a tiempo a estas consecuencias,
estamos condenados a vivir tiempos más difíciles, por no decir apocalípticos, pues
hoy tenemos el conocimiento y la información para sostenerlo, comprenderlo y
solucionarlo, no dependemos de lo que piensan los dioses, como antes, aunque
pareciera que aún esperamos los milagros de ellos.
Los hombres sabemos que la única acción concreta que revierte estas consecuencias es la siembra masiva de árboles, reforestar todas las cordilleras y montañas, de nuestro país y del planeta; de nada nos sirve ser un oasis en un desierto, pues éste siempre se termina tragando esos oasis; y con estas actividades, a la vez, recuperamos cuencas hidrográficas, protegiendo a la vez las riberas de esos ríos arborizándolas, ya sean que estas pasen por ciudades, pueblos, valles o montañas, debemos recuperar los lagos y lagunas naturales, los humedales y pantanos con sus recodos y madreviejas. Y en este caos el árbol es el único ser vivo conocido que puede solucionar este critico problema, recuperar todos los ciclos naturales rotos por nosotros, como los ciclos del oxígeno y del hidrógeno que tienen que ver con el aire y con el agua que tanto necesitamos, o como los del carbono, azufre o magnesio, que atañen a la materia orgánica en general; y así sucesivamente.
Los hombres sabemos que la única acción concreta que revierte estas consecuencias es la siembra masiva de árboles, reforestar todas las cordilleras y montañas, de nuestro país y del planeta; de nada nos sirve ser un oasis en un desierto, pues éste siempre se termina tragando esos oasis; y con estas actividades, a la vez, recuperamos cuencas hidrográficas, protegiendo a la vez las riberas de esos ríos arborizándolas, ya sean que estas pasen por ciudades, pueblos, valles o montañas, debemos recuperar los lagos y lagunas naturales, los humedales y pantanos con sus recodos y madreviejas. Y en este caos el árbol es el único ser vivo conocido que puede solucionar este critico problema, recuperar todos los ciclos naturales rotos por nosotros, como los ciclos del oxígeno y del hidrógeno que tienen que ver con el aire y con el agua que tanto necesitamos, o como los del carbono, azufre o magnesio, que atañen a la materia orgánica en general; y así sucesivamente.
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