CASTIGO CONSTANTE
Blanqueó los ojos antes de morir,
exhalo su último suspiro y de este mundo se marchó, se fue pensando como todos,
que al cielo llegaría y con su Dios se encontraría.
En esta viña del señor, todos
aseveran, llorando alrededor de un ataúd, que irán hasta donde está Dios, que
sus vidas no dan motivos para mal pensar, que peores existencias son hoy
santos, infames realidades han hecho lo que es hoy, mal o bien, este, el reino
de los dioses.
Cuando despertó está pobre alma,
volvió a blanquear los ojos, y entonces al abrirlos conoció ese otro mundo, un
reflejo intacto del que había abandonado, teniendo que asumir de nuevo el papel
que hacia estando vivo, sin reconocer que de pronto ese era su castigo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario