DEL AMOR ENTRE
EXTRAÑOS
Resurgen,
desde las ruinas de un amor, sentimientos desbocados, complicados, equivocados,
que solo encuentran alivio cuando las palabras de un amante ocasional, cargadas
de emociones raras y cual ojiva nuclear, perdidas en el laberinto de unos
labios sedientos de amor, vuelven a aparecer como razón de ser.
Dicen,
quienes saben de amor, que el sonido cadencioso producido por una charla entre
amantes, embriaga tanto como un litro de aguardiente, bebido de un solo sorbo.
Entonces,
el silencio de una mirada cómplice, se convierte en el gemido de un coito sin
una palabra que tenga sentido, fluyen de ese encuentro los efluvios de unas
emociones que le dan algo de sentido a las palabras huecas, a las sensaciones
que piden más acciones a unos cuerpos cansados, sudorosos, entrelazados en
abrazos falsos, fingidos, tristes, fríos, desprolijos, repetitivos y robóticos.
El
amor, entre extraños, convoca a un sinfín de sentimientos, que se parecen al
momento en que dos pulgas de agua copulan, generando con ello la multiplicación
de un torbellino de pasiones, que azotan a las mentes sin razones ni consideraciones,
solo corazones llenos de emociones falsas con qué poder justificar el amor del
momento, sin malos pensamientos.
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