UNA CONFESIÓN DE UN SECRETO MORTAL
Ahora de adulto, llegando
a viejo, debo confesar un pecado mortal, el que cometí siendo joven, cuando
buscaba con ansias la riqueza material, que es el primer mandamiento del éxito
personal y de la gloria individual, pilar fundamental de la familia moderna,
instrumento con el que hemos desmenuzado con prisa los cimientos de la familia
verdadera, la que se sustentaba en la fuerza general y en la alegría del amor
no pedido; pero debo y quiero aclarar primero que esto que confieso no lo
exhibo como mi defensa, ni de argumento para mitigar la ofensa, tampoco el
hecho de que trabajaba como un loco, para otros, cumpliendo órdenes por más
absurdas que estas fueran.
Pero si quiero señalar,
en este cruel suceso, una injerencia, la de la obediencia ciega como el
fundamento principal de este asesinato, de este pecado mortal que les quiero
confesar; o pueda ser también quizás, que hoy lo quiera confesar porque ya está
cerca mi partida de este mundo y que no quiero ni deseo llevarme este secreto
hacia el otro mundo, al universo de la nada, donde todo acaba, tanto la verdad como
la mentira.
Y fue en Colombia
donde lo cometí, en los Llanos Orientales donde todo sucedió, allá fue donde llegué,
cuando me contrataron buscando al tonto que hiciera ese trabajo, o cuando yo los
encontré como oportunidad laboral, no lo sé, pero da lo mismo, el asunto fue
que me presté, que fuí el instrumento que utilizaron para violar y asesinar
vilmente a esa virgen inerme, yerta e indefensa, solitaria pero que era feliz
en su silencio.
Decirles que esa
virgen era una sabana extensa, inmensa y gigantesca, que parecía vacía pero que
estaba llena de vida; que allí llegué guiando un rebaño de hombres con
tractores enormes y enormes instrumentos, para romperle la piel y el espinazo,
para inocularla y llenarla de químicos y venenos, buscando con ello multiplicar
por mil los millones invertidos por aquellos, es por eso que les puedo confirmar,
o si quieren re-jurar, que jamás se pensó como principio de este asesinato, que
se sembraba para darle de comer a los millones de hambrientos que deambulan sin
sentido por la vida y por el mundo, o que fue para darle sustento a la teoría
de abrir la última frontera agrícola de la tierra, no señores, no fue así, !todo
ha sido por dinero como único objetivo¡.
Manifestarles que este
poderoso monstruo, el de la avaricia y el lucro, busca confundir el alma humana,
la que deambula corrompida por el deseo de las cosas materiales, que la mayoría
no le sirven a nadie, mientras que atiborra sus fauces con la esencia de la misma
vida violando a la inerme tierra que, aunque parece silenciosa nos pide ayuda.
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