sábado, 13 de agosto de 2016

POLVO DE ESTRELLAS

POLVO DE ESTRELLAS


Al mirar a través del prisma de los recuerdos de la vida, los que han muerto han dejado un reflejo que hace parte del brillo iridiscente que significa vivir y gozar una buena vida, la misma que se regodeo al tenerlos, y ahora al recordarlos.                                                                                                        

Por eso no podemos olvidar que somos efímeros instantes de vida en el eterno tiempo del universo, luego valemos por los recuerdos que se incrusten en las emociones de cada neurona humana que pueda y quiera así reconocerlo, y es aquí donde últimamente la explosión de los mismos recuerdos nos ha llevado a muchos a extrañarles y añorarles, transformando ese sentimiento en la marca imborrable de lo que fueron en vida, unas personas extraordinarias y maravillosas.                                                                                                                                                                      
 Después, dicen que es normal que con el paso de los años la memoria universal se vaya debilitando y con ella los recuerdos individuales se van evaporando, así hasta ahora lo habíamos creído los descendientes de este presente, insensato e indolente, convencidos que por ello se perderían sus recuerdos más trascendentes, más candentes, sus vivencias prominentes, sin reconocernos que en nosotros mismos está la esencia, esa misma que cada quien con el tiempo ira heredando en los hijos y estos en sus otros hijos, perpetuándonos así por los siglos de los siglos que han de seguir.                                                                                                                              

 Por eso son tan sorpresivas e inesperadas sus partidas, que en el mismo segundo que ocurren no parecen que hayan muerto, es como si de repente, allí sentados o acostados dónde estaban, durmieran o entraran en profundos sueños para luego, felizmente o torpemente, comprender que han partido en ese pugnaz instante, transformando sus energías en las veloces centellas que hoy vuelan raudas y en compañía por todo el universo, ya que estamos convencidos que se han encontrado con los que ya habían partido antes, para ser también como ellos polvo de estrellas, de esas que alumbran el firmamento de los que les conocimos, de los que les amamos y quisimos, de los que nunca los olvidaremos.


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