sábado, 27 de agosto de 2016

AL SILENCIO DE LOS ARBOLES

AL SILENCIO DE LOS ARBOLES

Solos los arboles pueden salvarnos de nosotros mismos, mientras tanto, mientras pasa el tiempo y sigamos sordos de los angustiosos llamados de un planeta en llamas y de un futuro incierto, el ruido de nuestros aspavientos no permitirá escuchar ese y muchos otros lamentos.                                              
El humano, inconsciente de esta realidad, actúa como si nada fuera a pasar, entre tanto a su lado se derrumba el mundo en el que ha creído prosperar.                                                                   

Venimos despreciando al único ser que de una u otra forma nos puede socorrer, y ese es el árbol, majestuoso e inmóvil, que respira la excreta que el humano transpira sin ponerse a protestar, somos nosotros los únicos seres que para vivir felices debemos destruir lo que necesitamos para existir.                                                                                                                                                                   
Es por todo este contrasentido que vivimos en el círculo vicioso que no queremos romper, pues la oferta y la demanda de la vida suntuaria impera por doquier, es así como preferimos un trozo de oro a un pozo de agua; veneramos a los dioses dizque para que nos den riquezas mientras que exterminamos con hambre a los que rezan, que son millones, suplicando que les mejore la vida; arrasamos al planeta donde estamos viviendo, mientras que gastamos billones buscando con ahínco los otros mundos donde podamos replicarnos, sin si quiera considerar cambiar o modificar la actitud que nos viene matando.                                                                                                                                        
Silenciosos y mirándonos de reojo, en este caos existencial, los arboles nos vienen gritando que son ellos los únicos seres vivos que nos pueden salvar de este lodazal y en esta calamidad, pues con solo respirar pueden reparar todas las cadenas rotas por el humano en su terco trasegar.                                                             
Entre los eslabones sueltos de la cadena de la vida están los que corresponden al oxígeno, al carbono, al nitrógeno y todos los demás, que son los elementos, ellos no nosotros, los que verdaderamente se enlazan con la buena vida, sin demandas de mercados ni realidades impuestas ni silencios comprados.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario