POR LA ESENCIA
DE LA BUENA VIDA
Reptó por el espacio un cuerpo
que perdió la forma en ese intento, en esto, el deseo fue el impulso para que
aquello, si algo era, intentara recorrer la distancia que lo separaba
cruelmente de su cruda realidad.
Creyó entonces despertar de un
feo sueño, pero a él se pegó como ventosa, o cual rémora impúdica, ya que
comprendió las consecuencias de llegarse a despertar y tener que enfrentar,
cara a cara, al espectro de su espíritu en el sueño.
El tiempo como veleta contra el
viento, en ese sueño giró y giró, giraba tan rápido que en un momento dado
transmutó su esencia, destruyendo de un solo golpe un principio, el del comienzo
de la buena vida, el mismo fundamento que se le perdió al hombre en los
confines del tiempo y en los anales de sus recuerdos, haciendo que cada infeliz
individuo, al igual que todos los otros antes, busquen en sus almas, con afán y
con ardor ese principio, la esencia de la buena vida, la misma que perdimos
cuando nacimos.
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