ENTRE
LA COMEDIA HUMANA Y EL DRAMA UNIVERSAL
Taciturno,
hoy admito que sigo buscando un rumbo, como todos los demás, y ya siendo adulto
acepto que la niñez, no la mía, la del mundo, se estrelló contra una maraña de
sucesos inocuos que la volvieron inicua consigo misma cuando se perdió en la
juventud de una humanidad sin rumbo, sin entender cuál era su papel en el
compromiso de la vida de los hombres, y no porque fuese ingenua o hiciese parte
de un ciclo lógico y permanente, fue porque somos descendientes de una raza de
disidentes, diferentes y displicentes.
La
mente humana le apuesta a los recuerdos para validar las experiencias, la vida del
individuo resume errores como zumos, pues el hambre de vivir se confunde con el
hambre de sentir sin que se llegue a digerir que es de cada quien o de cada cual,
luego los compromisos diarios se convierten en lastre, las personas ocupadas se
parecen a las moscas que revolotean como locas encima de un pastel de mierda,
que con mucho esmero el hombre horneo sobre el planeta para mantenerlas
ocupadas, o retozan sobre los recuerdos de cadáveres insepultos de los mismos
hombres y de los hombres bestias, mientras paralelamente a todo esto, los
amigos aparentan querer lo mismo sin que lo mismo sea igual para todos, y a la
par de esto las familias se congregan alrededor del lucro material como
fundamento del amor filial.
Por todo esto nos hemos convertidos en actores
de una comedia despistada donde cada quien cumple el rol de cada quien, pero
ninguno interactúa con el otro, esta escena se eterniza en una única función donde
no hay espectadores que reclamen por la farsa, que, aunque concluya en drama a
nadie le importa.
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