LAS
HUELLAS DEL TIEMPO EN EL HOMBRE
Con
desgano, los hombres atisbamos el lento pasar del tiempo mientras este va
dejando hondas huellas en la piel del sentimiento universal, que sucumbe ante
esta cruda realidad.
No hay conciencia sobre nuestros actos y sus
consecuencias, intentamos argüir la ignorancia como causa principal de las
permanentes hecatombes en que vivimos, exponemos sin misterio las más ridículas
razones para justificar las más estúpidas acciones, mientras que los sabios, al
servicio de los amos del poder, se regodean de sus pírricas victorias cuando manipulan
y subyugan al resto de la humanidad, inventándoles una verdad que sostenga como
argumento una realidad que no es tal.
La
historia del universo es un círculo vicioso que se repite infinitamente como
una reacción en cadena, que no tiene barreras, haciendo del hombre en ella un
simple grano de arena que se mueve al vaivén de las olas de un océano donde
permanece la eternidad.
En esa historia, la del universo, la historia del hombre, que ha sido
reescrita tantas veces, solo es una fracción de un mínimo instante, que si la
analizáramos y revisáramos constantemente, notaríamos que en ella los horrores
que aparecen permanentemente son los mismos errores de siempre, los de aquellos
que anteponen la individualidad a la generalidad arriesgando con su accionar la
vida de todos sin que por ello quieran cambiar.
A veces, siempre de repente, en este ambiente deprimente aparece la
esperanza y de nuevo con ella el hombre se ilusiona, intentando creer que solo una
persona es capaz de encausar la frustración general haciendo aparecer líderes
por montones que envanecidos, ensoberbecidos, ofrecen lo que no pueden dar y el
resto de los vivos, enceguecidos por la ignorancia de la esperanza, con esa
verdad sucumben a sus cantos de guerra, de mentiras y también de soledad,
haciendo renacer en el hombre simple otra vez el circulo vicioso de la
frustración y la decepción.
En esto somos predecibles como la
efervescencia de un antiácido que se expande por doquier en la tierra, donde en
la raza humana solo tiene valor la teoría que ciertos hombres imponen,
empoderan y lideran y con ello en los demás lo general pierde sentido, pero en
esta dualidad del sinsentido el que pierde siempre es el mismo.
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