ÉL
TAMBIÉN AQUÍ ES CULPABLE
Aunque se admita qué, desde hace mucho tiempo, Colombia
está terriblemente dividida política y socialmente, lo que no se puede permitir
por un segundo más, ni aquí ni en ninguna otra sociedad del mundo, es la
manipulación que nuestras vidas vienen teniendo hacia la confusión y a la
confrontación permanente, como en el momento actual, cuando ya casi nadie sabe
a ciencia cierta en donde está la verdad, o en donde la mentira, haciéndonos enfrentar,
hasta con violencia, todo el bendito día por saber quién tiene más poder para
hacer valer su razón.
Paradójicamente esto está ocurriendo en un momento clave de
nuestras vidas, cuando la humanidad cuenta con infinidad de medios y de recursos
de comunicación y de tecnología, lo que es un gran contra sentido, porque la
cantidad se ha convertido en una especie de maldad y de filtro, pues dependiendo
de la ideología política o religiosa que se profese, nos hemos transformado en comunidades
selectivas, seleccionando solo a aquellos que señalan a los enemigos, a los
contrarios y a los distintos.
Ante esta repetición de continuos errores de comportamiento
social nos hemos ido acostumbrando, desgraciadamente, en que convertirnos en especies
de sociedades anormales, o sea deseosas del mal ajeno y ansiosas por la
rivalidad, es algo común y corriente, hasta especial.
Igualmente decir que los altos grados de violencia con los
que convivimos hoy, en Colombia y en el mundo entero, por más democracias
alcanzadas o menos guerras iniciadas, están logrando justificar en muchos los
horrores que se cometen a diario, generando empatía entre aquellos que creen,
por ejemplo, que aplicar la máxima autoridad, así sea con la máxima violencia
posible, es mejor que educar o enseñar a pensar a aquellos que no lo saben.
Por eso es muy triste observar que bajo estas perspectivas
amorales y anti éticas se están formando los actuales ciudadanos del mundo, por
más que estudien y se gradúen de las mejores universidades del planeta, viendo,
también y a la par, el tremendo impulso que están recibiendo cantidades de
malas personas, elegidas como líderes en diferentes países, con la absurda
creencia, muy generalizada por lo demás por las modas y las tendencias
actuales, que la maldad hacia los demás, o que la vanidad propia, pagan, con lo
que se terminan masificando locuras colectivas, como que es mejor odiar que tener
que amar.
Tristemente aquí en Colombia siempre hemos dispuesto de
muchos de estos personajes negativos, quienes apelando al cansancio de la
sociedad por vivir en la violencia y ansiosa por soñar una posible época de paz,
se inventan escenarios para que cada cuatro años nos enfrentemos entre todos, y
que de ese marasmo que se forma tengamos que descubrir quién de los candidatos
está diciendo la verdad verdadera.
Así que, retorcidos como tenemos los conceptos, solo aspiro
que estos señalamientos a personajes públicos que manipulan todo el tiempo a la
verdad, tipos como Uribe aquí, Maduro allá o como Trump acullá, no tomen el
camino contrario a lo que pretendo, o sea que terminen azuzando más, en este
ambiente de maldad, a aquellos que nos quieren tener divididos de verdad.
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