UN
DILEMA GENERAL QUE NOS AFECTA A TODOS POR IGUAL
La humanidad se está abocando a tantos cambios físicos
y mentales, que al no comprenderlos cabalmente ha caído en el insondable abismo
de los miedos patológicos y psicológicos, hasta un extremo peligroso, en el que
las ideas de desastres permanentes se agolpan en las mentes y en los
sentimientos de todos, apareciendo así, a flor de piel, tantas emociones hasta
hoy extrañas, desconocidas y negativas, que con ellas estamos certificando, como
humanos, la incapacidad que tenemos de controlarlos.
Porque aunque ahora podamos volar por los aires de la
tierra y del espacio, ir y volver hasta el vacío inmenso para explorar de que
está lleno, o aunque podamos horadar los suelos del universo para extraerle de
sus fondos más profundos y oscuros sus más minúsculas partículas; o cuando también
hoy podemos navegar por océanos tormentosos buscando mejorar los genes de cualquier
ser o de nosotros, igualmente, entre tanto, también hemos aprendido a transformar
o destrozar la vida de millones de seres, sean estos micros o macroscópicos; y sin
embargo, entre tanto, lo único que no hemos podido hacer, hasta ahora, es
tratarnos como amigos, es amarnos como hermanos, es unirnos como humanos, porque
mientras lo intentamos, mientras pasa el sigiloso tiempo, la esencia de la vida
en general, en un silencio sepulcral, desaparece a pasos gigantescos a la vista
de todos.
Porque, aunque creemos ser libres de pecados en nuestros
sueños de grandeza, no estamos suponiendo, en este mundo terrenal, donde
vivimos creyendo ser pequeños dioses en potencia, que esas malas ideas no serán
motivos suficientes, físicos ni reales, para derrotar lo que estamos anhelando
ser después en esos sueños.
Es tristemente por esto que no conocemos nuestros límites
ni los queremos controlar, y por lo que a estas alturas de la vida nos hemos acostumbrado
a transgredir esos límites como un juego que no tiene consecuencias, en el que no
nos está importando jugar el futuro de la vida en general.
Son cientos de países, con miles de familias enteras, con
millones de seres indiferentes e inocentes, que son sacrificados por un estilo
de vida, por una manera de vivir, y en donde la base del progreso individual es
el consumismo personal, no entendiendo que es allí, en este tipo de meollos,
cuando la autarquía humana murió y cuando dejamos de ser nosotros mismos.
Es por esto, con el paso de los años y con tantos
cambios acumulándose lentamente a cuestas, que estos han ido dejando tantas huellas
en el cuerpo y en el espíritu humano, que no estamos comprendiendo nuestro
destino, y por ello hoy triste y torpemente, desconocemos que lo único que nos
saca de este inmenso dilema es volviendo a ser nosotros mismos.
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