lunes, 5 de diciembre de 2016

EL DÍA EN QUE SE PERDIÓ EL ORO DE TODOS

EL DÍA EN QUE SE PERDIÓ EL ORO DE TODOS

Un día cualquiera, cuando los hombres buscaban por la tierra el brillo de un metal que fuera fuente de poder universal, se le escucho a un minero gritar, “aquí está el oro de todos, no lo vayan a perder que nos podemos joder”
Sin embargo, al siguiente amanecer, después de celebrar la humanidad con gran alborozo tamaño descubrimiento, con la borrachera aún viva por el gozo de ese albur, todos notaron que ya esa riqueza estaba en pocas manos y que el minero que la había encontrado también se había esfumado.
Dicen que fue a partir de ese momento aciago en que se empezó a materializar la locura actual, en el que el destino general ya no era de ninguno y en donde la riqueza individual se convirtió en la meta para algunos, pocos, pero fueron suficientes para subyugar al resto, porque sin esfuerzo y con maldad la pudieron obtener.       
Fue a raíz de todo esto que existen personas que se vanaglorian de la mentira y de la trampa como la panacea a encontrar, y mientras que la buscan se les premia el engaño como virtud social, e incluso, hoy la ley cambia al ritmo de su dinero sin que a nadie le importe, por el contrario, se permite lo que la laxa moral de ellos percibe y lo que su torva ética concibe, promocionando con esto a la osadía como a la madre del éxito; y al final por eso y un poco menos, la humanidad se acostumbró a ver morir a muchos como señal del triunfo personal y como la regla general.


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