NO
NOS PODEMOS DEJAR DESHUMANIZAR
Aunque de aquel ser humano recolector y cazador que simplemente
vagaba por las sabanas y las selvas en busca de comida y protección para
sobrevivir es muy poco lo que nos queda, y ante la propia evolución de los violentos
sistemas de vida a los que nos estamos viendo abocados como individuos hoy en día,
aún quedan vestigios de aptitudes sin las cuales sería imposible evolucionar
como especie, como son la generosidad y la capacidad de colaborar entre congéneres,
impulsos conocidos como prosocialidad.
Reseñaban recientemente en el periódico The New York Times,
los estudios realizados por los científicos Christopher Krupenye de la
Universidad Saint Andrews de Escocia y Jan Engelmann de la Universidad de
Gotinga en Alemania, quienes en investigaciones realizadas sobre algunos tipos
de simios, los chimpancés Bonobos, ubicados en la República Democrática del
Congo, los que han logrado encontrar el cómo estas condiciones innatas logran
en estos chimpancés acciones de colaboración entre ellos, señalándolas como los
vestigios de muchas de nuestras propias actitudes y aptitudes, como seres humanos,
solidarios y dispuestos a la cooperación y a la ayuda con los más
desfavorecidos, planteando con ellos la existencia de unas condiciones adheridas
a nuestros genes, qué no podemos dejar desaparecer ante el embate de la acelerada
deshumanización que nos está ocurriendo con los actuales sistemas de vida y de
producción de bienes, donde como individuos nos estamos viendo obligados a
enfocarnos en nuestro individualismo, transformándonos en unos seres egoísta consumados,
permitiéndonos ver, o ser testigos pasivos, de las consecuencias que esta dura
o enfermiza actitud viene generando en las demás personas que nos rodean, donde
las mayorías no poseen las mismas condiciones de igualdad que aquellos que
logran triunfar, convirtiéndonos en explotadores y abusadores.
Estos son los tipos de estudios que nos deben servir de
alerta, y de advertencia, para que como los seres sociales que en realidad
somos, reaccionemos y hagamos las correcciones o las oposiciones necesarias a
los sistemas económicos y de producción con los que nos vienen convirtiendo en
una ficha más, o cómo desde hace varios años atrás ya lo insinuaba Pink Floyd
en su canción The Wall, otro ladrillo más en la pared del desprecio y del odio
sobre los demás.
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