A
LO QUE SABEN LAS GLORIAS
Graznó el desgraciado ganso antes de morir en manos de
Rebeca, la cocinera, quien sin miramientos ni piedad le retorció el pescuezo, y
de un solo tirón le arrancó la vida.
Desplumado y luego adobado, introdujo la cocinera aquella
ave en el horno, que hirviendo de calor lo esperaba para cocinarlo y poder ser
consumido por la noche en reunión especial.
Nadie, en aquella especial velada, dejó de saborear tan
exquisito manjar, así mismo como nadie intentó saber de dónde provenía el
ganso, incluso Rebeca paso por alto el origen de la palmípeda, pues Antonio, el
carnicero, apenas se la entregó desapareció.
A la semana siguiente, para otra reunión, le fue
encomendada a Rebeca la cocción de otro ganso, como el primero, exigiéndole ésta
igualmente al carnicero un ave parecida a la anterior, por lo que éste lo consiguió
donde había obtenido el otro.
Después del banquete, al día siguiente, el homenajeado de
turno quiso conocer el origen de tan extraordinario plato, por lo que buscaron
a Antonio y éste los llevo hasta el lugar de donde provenían los gansos.
La sorpresa y la impresión los hizo trasbocar a todos, pues
se dieron cuenta que aquel bruto avicultor los alimentaba con mierda humana, haciéndole
entonces expresar al homenajeado:
“Caramba, nunca imagine que una carne que proviniera de la
mierda supiese a gloria”
A lo que el anfitrión le respondió:
“Pues hombre muy buen catador saliste, pues así se llaman
las mujeres de donde salió el alimento de los gansos, Gloria Amparo, Gloria
Isabel y Gloria Cristina”
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