VIVIENDO EN
REMOLINOS PERSONALES
Antes de
morir, hay muchas personas, sobre todos aquellas que se creyeron en vida importantes,
que han pasado bastante tiempo de sus días cavilando en las palabras y en las
frases de lo que quieren que se diga en sus frías lapidas, o hasta mandan a construir
pétreos y gigantescos monumentos intentando demostrar que fue Dios quien los
elije, para que en los vacíos cementerios a dónde van los vivos a enterrarlos,
y alguno que otro a recordarlos, se hagan rondas y sean visitados, aspirando que
así dure su legado en la memoria de los que seguirán bregando.
Pareciera
esto una estúpida manía humana, pues es como quererles restregar a los otros una
importancia de lo que ellos fueron cuando estuvieron vivos, lo cual es algo
bastante relativo, y mucho más cuando en un futuro cercano sobre esas tumbas se
edificaran gigantescas moles de edificios que se llenaran de seres, como en
establos.
Por
otro lado, y en otra muestra de ese egoísmo extremo que tanto nos caracteriza,
estando en vida muchos de ellos, planifican hasta el más mínimo detalle de cómo
han de continuar los otros los proyectos
que les dieron identidad ante los miembros de la sociedad, es así que les
decretan a los demás, sean estos familia, amigos o desconocidos, como si fuesen
cuasi emperadores de sus reinos terrenales, postrados en sus lechos de muerte, señalando
los caminos que deben recorrer los otros, aun sabiendo que una vez fallezcan
nadie los va a seguir.
Esto es como vivir en remolinos personales de los
que nadie quiere salir, es una lucha permanente entre la avaricia, la soberbia
y el egoísmo humano, donde parecemos ser felices todos como somos, pero donde solamente
algunos pocos logran serlo de verdad; pero ahora todo esto es peor, pues en
estos aciagos días que vivimos, sobresalir es lo importante, algunos pocos
pueden porque son capaces de violentar la vida de los demás, y algunos locos también,
porque dan muestras de solidaridad entre las pocas opciones que hoy tenemos de justicia
social.
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