UN
CICLO CON EL CÍRCULO IMPERFECTO
Deslizo él sus dedos heridos por los pezones henchidos
de placer en ella, pues aquella quería demostrarle a él cuanto lo quería, a
pesar de la inopia en que vivían, y no encontraba otra forma diferente que
ofrecerle sexo a tutiplén.
Venía éste de rasguñar la tierra con el azadón en
sus manos, llevando a cuestas el peso de su ignorancia y su pobreza, y con la
tristeza de la esperanza muerta antes de tiempo al imaginar los pocos frutos
que le daría ésta para sobrevivir sobre ese suelo seco y triste, donde la mayor
ilusión de todos allí era simplemente sobrevivir.
Por un momento las penas que él sentía lo llevaron a
otra parte y ella lo notó inmediatamente por lo que se lo reclamó, volviendo éste,
después de estos malos pensamientos, a la boca de la amada que lo llamaba
ansiosa a apagar la sed de sexo, de hambre y de placer, después de un fuerte día
de trabajo y esfuerzo, sin conocer en ellos los limites por saber qué hacían en
la vida y teniendo por eso cientos de barreras mentales por las escaseces físicas
en que existían, aun así ambos descargaron al unísono en un chorro de pasión toda
su frustración, todo sucedió en un mismo instante, pues mientras que ella gemía
de dolor al recibir esa dura prueba de amor, él lloraba de impotencia por
venirse antes de tiempo y acabar con ello esa instantánea emoción.
Sin embargo, después de todo, en el fondo de
ambos, persistía una extraña ilusión por sentir otra vez esto en el nuevo día.
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