OTRO MURO EN EL JUEGO DEL PODER
El veinte de
enero del año dos mil diez y siete, quedara incrustado en la memoria de todo el
mundo como el día en que, otra vez, se empezó a construir un muro del desprecio
a todo lo que no sea blanco y ojiclaro, en ésta tierra invadida de negros y
amarillos, de indios y mestizos, de mulatos y de zambos.
Los adalides
de las minorías blancas, otrora poderosas, vienen poco a poco recuperando el
terreno perdido por revoluciones sociales con la violencia aprendida de sus épocas
de arrasamiento y conquista, por lo que han llegado para quedarse, pues al ser los
dueños del dinero y de los bancos, ahora no necesitan de la religión para
hacerlo ya que ésta es un apéndice más, por lo que están imponiendo con
mentiras sigilosas a las mayorías silenciosas las reglas del nuevo juego del
poder, que es éste escenario actual, donde lo ejercen a su amaño quienes se creen
ser los dueños del planeta, y como en un show de televisión lo vienen ejecutando
como una guerra sin cuartel por el lucro individual, para saber quién de ellos,
al final de su juego personal, termina siendo el más rico de la tierra, y que los
demás, mientras tanto, los aplaudamos a rabiar, mientras aumenta la desigualdad
y la pobreza general, pero que a ellos los premiemos como los reyes de este espectáculo
siniestro.
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