CONSTRUYENDO CAMINOS
PARA DESTRUIR DESTINOS
Es una tremenda
ironía que entre el amor y el odio no haya casi distancia, se complementan y
alimentan de lo mismo, del dolor o del placer personal que fomentan los
sentidos.
El momento exacto
de su unión o confusión, dependiendo de la ocasión, suele suceder cuando los
seres humanos, en su soledad, no logran identificar cuál de ellos los rige, lo
que se genera cuando no hay solución a la frustración o al descontrol de esos
individuos en diferentes escenarios; y hasta ahora lo peor es que la mejor respuesta
que el humano ha encontrado para resolver estos problemas, es el escape de la
realidad, convirtiéndose así, según lo que convenga, de un segundo a otro en víctima
o victimario.
Con este modelo
o patrón de comportamiento, la humanidad viene construyendo un futuro incierto,
qué en el marasmo de tantas contradicciones, se ha ido convirtiendo en caminos
llenos de esperanzas muertas y de ilusiones perdidas.
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