DOS MIRADAS DISTINTAS DE LA MISMA REALIDAD
Con
desparpajo, en una oscura calle de una ciudad en decadencia, una mujer se
acomodó dentro de sus pequeños calzones el fajo de billetes que acababa de
recibir por el favor sexual prestado a su último cliente, no le prestaba
atención en ese momento a la joven que la miraba desde lejos, con atención y desconcierto,
pues ésta acababa de comprender, con ese ejemplo, que su vagina podía ser un buen
negocio y tan productivo, como una panadería, por ejemplo.
Esta solitaria
espectadora no era consciente de la cruda realidad ya que, terminadas las
jornadas laborales, aquella mujer, tan solitaria como ella, siempre iba a un público
jardín infantil a recoger con desgano a sus dos famélicos párvulos, frutos del sudor
de su trabajo, a quienes dejaba allí porque no tenía con quien más dejarlos, y éstos
hijos cada día, aburridos de ese lugar, la aguardaban con desespero, ya que el
trato en ese “jardín” era tan malo, que preferían irse a apiñar en el minúsculo
cuarto donde existían con esfuerzo y necesidades.
Siguiendo, mentalmente,
el ciclo de su cuerpo, ésta ignorante mujer comprendió esa noche, también muy
tarde, que ya debía haber menstruado, por lo que, desconsolada, creyendo que
abortar era pecado y mirando el rostro triste de sus hijos, arrinconados al
borde de una cama sucia y solitaria, donde igualmente dormían los tres,
analizaba las posibles y terribles consecuencias de su nuevo embarazo, que como
los otros dos, tampoco era planeado ni deseado.
Mientras
tanto, la otra ignorante de esta historia, la espectadora, con la imaginación
en ebullición y haciendo cuentas en su mente, imaginaba cobrar mucho dinero por
cada acto sexual, del que aspiraba hacer, sin consecuencias, como mínimo seis
por cada día, por lo que, con su computadora mental enloquecida hacia cuentas
alegres, y se decía a si misma que así iba a ser rica y feliz en pocos días.
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