LAS
PEQUEÑAS IRONÍAS QUE OCURREN EN LOCOMBIA
Un grupo de bufones, entiéndase políticos ladrones, se
reunieron en una corte de justicia en Locombia, mientras que esperaban al juez que
los había citado ven llenar las gradas del juzgado por las miles de personas
que se sienten afectadas por sus bromas y sus acciones pesadas.
Dicen allí que es que el
juez es amigo de los bufones y hasta cuñado es de uno de ellos, por lo que el
rumor en el lugar no para de insinuar que por eso no les va pasar nada, sin embargo,
éste, al llegar, inicia la ceremonia con la que intenta aplacar la rabia de la
gente y con la que trata de aplicar justicia según lo dicte su conciencia o
conveniencia.
Al
empezar a hablar ese juez un silencio total invadió la sala, pero al escuchar
sus absurdos argumentos se desató el caos en el recinto pues éste llega a
insinuar que la culpa es de los ofendidos por verse como guiñapos, al sufrir
las consecuencias de lo que se roban los otros, pareciéndose así a personajes
jocosos, por lo que no se puede culpar a esos bufones por ser tan chistosos.
Intentando protestar por lo que oían, muchos de ellos murieron con el solo esfuerzo
de gritar, otros se desmayaron y muchos otros se orinaron y se cagaron en sus
puestos, solo algunos pocos pudieron levantar la mano, pero eso fue todo,
porque luego del alboroto todo volvió a la calma, dándole al juez la
oportunidad de golpear con el mazo fuertemente la baranda y por consiguiente
dictar el fallo más infame de la más reciente historia de Locombia, en el que
condeno a los bufones a quince días de reposo, con vacaciones en Miami y con
todas sus familias a bordo, y todo a cargo del erario público mientras se
decide el monto de la multa a los osados infractores que promovieron el juicio
a tan nobles actores.
Cuando
la prensa de ese país se enteró de este exabrupto, la noticia fue un pequeño titular
en la penúltima página de esos diarios, donde todos consignaron las disculpas a
los afectados acompañadas con el agrio comentario que esto pasa en un pobre
país cuando se vive rodeado de indios, negros y mulatos, porque los zambos no
hacen parte de esta cuenta y menos los idiotas que se mueren de hambre cuando
los llegan a citar o si los juzgan por ser unos pobres muertos de hambre.
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