domingo, 23 de octubre de 2016

JUGANDO A SER DIOSES MIENTRAS MORIMOS

JUGANDO A SER DIOSES MIENTRAS MORIMOS

Desgonzado se encontraba un hombre en un sofá, esperaba con paciencia a la amante citada, solo que en aquel instante no sabía que ella esa noche no llegaría.                                                                                 
Pensando en ésta el tiempo transcurrió y poco a poco con ello se durmió, por eso cuando despertó ya era un nuevo día y mientras tanto la cabeza le dolía; ante el desaire de inmediato la llamó al celular, mandándole también un mensaje a su correo y al wasap, pero ella no le respondió ni a lo uno ni a lo otro.                                                                                                                                                
 Sintió un martilleo de dolor en la cabeza que le advertía que algo raro ocurriría, por lo que se fue hasta el baño buscando el remedio en la pepa blanca a la que siempre recurría, que parecía hecha de cemento y le sabia como a muerto, igual se la tomó y entró a la ducha y se bañó, mientras que se preguntaba qué pasaba, pues se creía el mejor amante de estos lares y sus alrededores, y hasta ahora no había tenido un desplante como el de Nora.                                                                                                                                         
 Entre tanto, ella se encontraba ya muy lejos, pues había viajado a encontrarse con otro amante, con Ernesto, el que le prometía llegar con ella hasta los confines del infierno, lugar imaginario donde se expresan las más ardientes emociones con las más bajas pasiones, y no como Rolando, este otro pobre ser, que solo le prometía hablar y de pasar el rato mientras eyaculaban como un par de perros, o como un par de gatos.                                                                                                                                                               
Hoy, con la sensación de caos y final que se siente en el ambiente en general, hay muchos individuos, sean hombres o mujeres, como ellos, que son seres convencidos que es así la realidad, lo que los conduce a vivir la vida como en el último día de sus vidas, arriesgándose a sentir el sexo sin amor, a pensar ideas sin valor, a despreciar al otro con rencor, a vivir sus vidas siguiendo el mismo plan, que es seguir al capo o al patrón, al líder de turno, al adalid o un Dios; sin analizar que es la misma emoción que nos ha llevado a todos al error, pues nuestros actos de vida individual no son comparación ante la gran majestad y alegría que significa toda la creación, en donde somos la única especie que edifica su vida y su final en las palabras de dioses que nunca nos crearon, pero que amenazan y siempre subyugan, apelando así al horror y a la ignorancia atrevida de todos los humanos, que con esta actitud parecemos vivos muertos en vida.


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