JUGANDO A SER DIOSES MIENTRAS MORIMOS
Desgonzado se encontraba un hombre en un sofá, esperaba con
paciencia a la amante citada, solo que en aquel instante no sabía que ella esa
noche no llegaría.
Pensando
en ésta el tiempo transcurrió y poco a poco con ello se durmió, por eso cuando
despertó ya era un nuevo día y mientras tanto la cabeza le dolía; ante el desaire
de inmediato la llamó al celular, mandándole también un mensaje a su correo y
al wasap, pero ella no le respondió ni a lo uno ni a lo otro.
Sintió
un martilleo de dolor en la cabeza que le advertía que algo raro ocurriría, por
lo que se fue hasta el baño buscando el remedio en la pepa blanca a la que siempre
recurría, que parecía hecha de cemento y le sabia como a muerto, igual se la
tomó y entró a la ducha y se bañó, mientras que se preguntaba qué pasaba, pues
se creía el mejor amante de estos lares y sus alrededores, y hasta ahora no había
tenido un desplante como el de Nora.
Entre
tanto, ella se encontraba ya muy lejos, pues había viajado a encontrarse con
otro amante, con Ernesto, el que le prometía llegar con ella hasta los confines
del infierno, lugar imaginario donde se expresan las más ardientes emociones
con las más bajas pasiones, y no como Rolando, este otro pobre ser, que solo le
prometía hablar y de pasar el rato mientras eyaculaban como un par de perros, o
como un par de gatos.
Hoy,
con la sensación de caos y final que se siente en el ambiente en general, hay
muchos individuos, sean hombres o mujeres, como ellos, que son seres convencidos
que es así la realidad, lo que los conduce a vivir la vida como en el último día
de sus vidas, arriesgándose a sentir el sexo sin amor, a pensar ideas sin
valor, a despreciar al otro con rencor, a vivir sus vidas siguiendo el mismo
plan, que es seguir al capo o al patrón, al líder de turno, al adalid o un Dios;
sin analizar que es la misma emoción que nos ha llevado a todos al error, pues nuestros
actos de vida individual no son comparación ante la gran majestad y alegría que
significa toda la creación, en donde somos la única especie que edifica su vida
y su final en las palabras de dioses que nunca nos crearon, pero que amenazan y
siempre subyugan, apelando así al horror y a la ignorancia atrevida de todos los
humanos, que con esta actitud parecemos vivos muertos en vida.
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