A LOS CARROÑEROS
En un mismo lugar de la Tierra conviven varias manadas de humanos,
que por negocio se han transformado en fieras
asesinas y carroñeras de los de su misma especie, están siempre pendientes de
la próxima víctima o cadáver en donde poder hincar sus dientes, es una relación
complicada que se multiplica al ritmo de la ecuación de quien, o qué, comande
la emoción de esas bestias controladas, que mantenidos en control constante,
están permanentemente estáticos y eléctricos, teniendo latentes los más bajos
instintos siempre, a punto de estallar a la más mínima señal de sus corrompidos
líderes, que como élites, por doquier pavonean su poder, sea este religioso, político
o económico.
Es
una situación delicada con pronóstico reservado; toda una amenaza mortal a
punto de explotar y desbordarse; pero el resultado es peor cuando no prima la unión
de todos los demás, que actuando como
rebaños despreocupados de nuestros destinos, promovemos con esto la explotación
del individuo como simple mercancía, lo
que ocasiona esta reacción, que como en una fórmula matemática, el resultado
final depende del factor que controle esa ecuación, que, si fuera sentido común
y alegría, que ya es algo raro en nuestras vidas, la situación sería otra, muy
distinta a la actual donde nos reina el descontrol y el miedo, como medio de
control a lo que nació torcido.
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