EL DESARROLLO, LA INDUSTRIA Y LA AGRICULTURA COLOMBIANA ESTÁN EN UNA SITUACIÓN INSOSTENIBLE
Últimamente, cuando preparamos los alimentos de nuestros almuerzos o de las cenas con mi esposa en casa, nos hemos dedicado a revisar de donde proceden los productos alimenticios que utilizamos, diferentes a las verduras y las frutas frescas, comprados todos en las tiendas donde buscamos que nos salgan más económicos, tipo D1, Justo y Bueno, Ara, Jumbo, Super Inter y en supermercados parecidos, a raíz que como pensionados nos estamos enfrentando a una disminución constante, año tras año, a una pérdida constante y paulatina de su poder adquisitivo, y ante lo que nos estamos topando es a una cruda, dura y triste realidad, que obligatoriamente, con el paso del tiempo, se tiene que volver insostenible para cualquier economía de cualquier país, ya que la gran mayoría de estos productos provienen de todas partes del planeta menos de Colombia; tomemos por ejemplo las pastas, encontrándolas entonces de Italia, Eslovenia o Turquía por mencionar unos cuantos ejemplos, al mismo tiempo indicando que éstas salen más baratas que las nacionales de similar calidad, pues aunque podemos encontrar pastas nacionales mucho más baratas, el resultado que obtenemos es que terminan como engrudo o pegotes incomibles, igual ocurre con las salsas para acompañarlas, ya sean napolitanas o boloñesas, si es el caso que solo estemos preparando pastas. Si queremos adicionarles champiñones en conserva estos están llegando de Polonia, Tailandia o China, igual sucede con los tomates enlatados que vienen de Estados Unidos o de Italia, los maíces tiernos de Tailandia también o de Brasil, ni que decir de la ropa, los bombillos, los dulces, las salsas de tomate, mayonesa, mostaza, salsa inglesa, negra o de soya.
El panorama no puede ser más desolador para la industria y la agricultura colombiana, con la posible excepción de los productores de carnes de res y cerdo, a quienes estamos terminando apoyando desgraciadamente e indirectamente, siendo que son unos acumuladores de tierras, los patrocinadores de grupos paramilitares y los directos responsables de arrasar los bosques y las selvas, teniendo en cuenta que como pensionistas y asalariados debemos hacer rendir nuestros limitados ingresos, aunque en el fondo quisiéramos apoyar los productos colombianos.
Algo urgente debemos hacer, pues no es sensato ni realista creer que como sociedad nos vamos a sostener así por mucho tiempo más y mantenernos con algún grado de prosperidad montados sobre esta absurda situación, obteniendo los ingresos para funcionar, como Estado y como nación, a partir exclusivamente de los impuestos directos sobre los ciudadanos y por la venta de nuestros recursos naturales no renovables, ya escaseando estos y a la par siendo despreciados y vetados por sus efectos contaminantes, de aquí entonces surgen las preocupantes preguntas, ¿dónde están las agremiaciones de industriales y agropecuarias nacionales?, ¿ dónde las asociaciones gremiales regionales y locales?, ¿ es que no existen ni tenemos políticas de protección de los gobiernos hacia los industriales nacionales?, ¿ dónde están los planes, programas y proyectos que mantengan e impulsen la producción y los empleos internos?, ¿ que nos pasa por la cabeza y las venas?
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