UNA
OSCURIDAD QUE HACE PÚBLICAS NUESTRA INTIMIDADES
Le das
tus códigos de ingreso a tu información, sin ninguna restricción,
a Google,
Twitter, Facebook e Instagram, pero a mí me ocultas todo,
desde la
opinión que tienes de mí, hasta la decisión que has tomado por ti,
haciendo
de nuestras vidas un sinsentido natural,
que después
se estrellan contra los vidrios del escaparate terrenal,
donde
hoy se exhiben todas nuestras cotidianidades,
sin que
por eso te inhibas de mostrarle al mundo nuestras intimidades.
Nos
hemos vuelto locos de remate, nos han convertido en ventrílocuos inanes,
por aquellos
que están interesados en nuestros intereses personales,
quienes
todo el tiempo se confabulan en la oscuridad de los rincones,
allí donde
se reúnen bandidos políticos y los directores de bandas financieras,
para
adquirir a través de nuestras acciones las más sencillas decisiones.
Los
sentimientos humanos son ahora bienes de consumo y del mercado,
regidos
por las leyes de su comercio, que hasta el amor se tasa por el oro
que has
podido ahorrar, o por las monedas que has logrado acumular,
obligando
luego a las personas a reclamarse públicamente entre ellas
los
secretos más perversos y sus pobrezas más extremas,
para
que todo el mundo se entere
mientras
en la intimidad explotan las confianzas personales.
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