SINTIENDO LOS GOLPES
QUE NOS DAMOS
Golpeándose la cabeza,
contra los muros que ella misma ha levantado,
la humanidad cree
ingenuamente que así resuelve sus inconsistencias,
reforzando las desavenencias
que producen sus tendencias,
desde un odio desenfrenado
hasta todo tipo de fobias, sin motivos ni control,
para concluir con la
frente reventada, manando sangre por su propio error.
Luego siguen los golpes
de pecho, llorando hasta niveles que generan ríos,
los cuales todos confluyen
hacía unos cauces que mantienen llenos los mares,
y que después, nuestras
equivocaciones, contaminan sin descanso
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