ESTAMOS VIVIENDO EL AÑO MÁS EXTRAÑO
Aunque ya antes habíamos vivido la experiencia de años muy extraños,
signados de pandemias por montón, desde virales, sociales, personales, emocionales,
ambientales, morales, individuales, políticas, educativas, religiosas, culturales,
económicas, institucionales,
éticas, gubernamentales, generales y hasta de índole intelectuales,
los seres humanos hemos sido incapaces de comprender al 2020,
pues no queremos entender las muy nítidas señales que nos lanzan
permanentemente los millones de mensajes, que continuamente nos entregan los
desastres, producidos una y otra vez por nuestra propia estultez,
sobre un planeta indefenso, a pesar de su adultez,
entre unos estados de miseria, aridez y de idiotez, y con sociedades que ante
ello ya no saben cómo pueden proceder.
La multiplicación de todos estos graves problemas se ha estado presentando de manera sumarial, dentro de un proceso sin juez, pero con cada ser humano haciendo parte y procediendo de jurado sobornados por los sistemas diseñados, como igual lo ha sido su impotencia, en cuanto con ellos se incrementa la potencia del caos, enfrente de una especie, con sus formas más virulentas de indolencia, disimulada detrás de una indiferencia exponencial que se hace demencial.
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