ENCADENADOS A UNA ESTUPIDEZ, QUE AL MISMO TIEMPO ES NUESTRA ATADURA
Todo el tiempo nos rasgamos
las vestiduras, intentando desnudar nuestras ataduras,
sin notar que estamos,
desde hace tiempo, encadenados a unas armaduras,
con las cuales no nos
permitimos ser lo que queremos.
Somos unos seres demasiado
extraños, con muy poca fe en lo que podemos ser,
pero al mismo tiempo,
tenemos una gran confianza en quienes con engaños
nos guían como rebaño al
desastre, siendo una condición contrastante y tan marcada,
que llevamos en nuestras
pieles las señas que remarcan nuestra inmensa estupidez,
y como en la leyenda del judío
errante, no encontramos, en este mundo, nuestro lugar,
ni tampoco la tranquilidad
y la felicidad que necesitamos,
pues requerimos de una imbécil
señal,
pero que ésta sólo provenga
de un ser que nos hemos inventado.
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