domingo, 18 de junio de 2017

UN SOÑADOR, MUDO, DESPIERTO Y SOLO

UN SOÑADOR, MUDO, DESPIERTO Y SOLO

En este mundo, somos muchos los ilusos que vagamos mudos y sin rumbo por sus estancias, anhelando con ansias que los muros que separan las verdades humanas de la realidad universal se puedan derrumbar, para que así podamos descubrir todo lo malo que nos está pasando por vivir en este estilo de sociedad.

Es, desde la distancia y en la soledad del que sueña despierto, como advertimos que la avaricia de una parte de la humanidad, sin control y desbocada por saciar la vida en su individualidad, es la que viene desmadrando el orden natural, pues desde el mismo instante en que un ser humano nace, también nace en él la idea loca de su soledad; que es una especie de telaraña mental, como una nata espesa o un velo sucio, aupada por las fuerzas de unos mercados desbordados, la que al final lo obsesiona por lo material y no le permite ver con claridad la realidad.

Entonces ocurre algo extraño, cuando nos reconocemos por primera vez como individuos sociales, y es que desde ese mismo momento nos creemos inferiores al reto de crecer viviendo en sociedad y optamos por la soledad personal, transformándonos en los absurdos semidioses que creemos ser, pero a los que nos han incrustando desde que nacemos, en nuestros subconscientes, la estúpida creencia que lo malo que hacemos lo resuelve un Dios, aquel ser superior a nuestros actos, así estos sean estúpidos y sin sentido.

Por eso, ante esta visión de un mundo absurdo, es que busco por estos conceptos, como buscan otros ilusos, el que seamos muchos los que dejemos atrás la idea loca de la soledad individual como forma de éxito, estando seguro de que esa es una de las causas del desastre terrenal, y que empecemos a soñar en la sociedad del grupo como una manera del triunfo personal.

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